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Resulta que en aquellos tiempos en los que decidía qué estudiar
después de la secundaria no habiendo muchas opciones artísticas suficientemente
sólidas elegí la Arquitectura.
Pero resultó en ese entonces tanta fama de profesión de “vagos”
tener, que desistí.
Elegí no elegir una carrera universitaria por su mala
prensa.
Entonces estudié Publicidad.
Claro que, en poco tiempo noté su desamor por el arte y su
amor por los contactos. Lo que me llevó a sacarla de mi vida casi de raíz.
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Resulta ser que ahora que veo lo que la Arquitectura es, me preocupa
que tantas mangas de vagos la hayan invadido. Conquistado. Habitado. Logotipeado.
Tamaña responsabilidad no puede ser alojada por cualquiera.
Un arquitecto es el intermediario entre el constructor y el
deseo. Es el que, en un plano, valida locuras o sensateces que se esgrimen entre
dimensiones desconocidas, concretas y añoradas a la vez.
Nada vago ni de vagancia existe en eso. Para entretenimiento
está el cine, o el actor, cuya responsabilidad o excelencia fluctúa en otra
escala de valores.
El constructor hace lo que el arquitecto dice. El arquitecto
hace posible lo que el deseo dice.
En el medio pueden pasar demasiadas cosas.
Como en la publicidad.
Como en la vida.
Y lo que queda, es la impecabilidad o el desastre.
Los términos medios tienen el tiempo medido.
Los días contados.
Y mucha mala prensa.
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cmc.2017
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