jueves, 20 de enero de 2011

VIDAS SUPERPUESTAS


Ese día el sol brotó del cielo como un grano afiebrado. Todo encajaba para que pinte una molestia constante y abrumadora hacia todo. En un grito encontré el empuje hacia la puerta de salida. Limpia y rápida. Sin mucha historia. El fuego casi se hacía ver bajo la piel. Taxi, estación, tren, taxi. La rutina como salvación. El increíble momento anónimo y quieto embutido en un combo bizarro y ensordecedor. Ya no me importa nada. Después de todas estas vidas lo que queda es un regalo. Y mi alma tiesa y afilada lo acepta como un reto sin chistar. El aire del trabajo se respira. Un cambio de tema reparador. Cuando vuelvo vuelven los escombros. Quisiera dominar la geología antropológica del alma para etiquetar y archivar. Etiquetar y archivar. Un plano para olvidar. Un mapa para recordar. En los estantes el polvo deja ver poco. Casi como palabras sueltas. Alguna que otra frase completa pero sin antes ni después. Algún lomo con títulos borroneados. Y a bancarse los efectos. Cuando el corazón se calla se silencia todo. Me acurruco bajo un gotear interminable de agua estancada tratando de atar cabos con el sueño. Y sueño frases sueltas. Imágenes borroneadas. Huidas interminables. Caminos cerrados. Reencuentros imposibles. Paisajes ignotos. Revelaciones fugaces. Despierto y siento el abrazo refrescante del exprimido en mi mesa de luz. Definitivamente no todo es lo que parece. Qué difícil me resulta a veces entender y hablar el idioma del corazón…

Cla9
15/1/11
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MARMOTA
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